lunes, 1 de junio de 2009

Un tesoro necesario: Sonrisa.



Nuestro aprendizaje nos regala experiencias que nos fortalecen y nos permiten seguir creciendo en armonía con el mundo. A veces hay cosas tan simples a las que dejamos de dar importancia pero que siempre llenan de felicidad a nuestras vidas. Dios nos ha dado todas las herramientas para ser felices, algunas son imprescindibles y domésticas, que tienen un poder de cambiar los ánimos hasta al más incrédulo. La sonrisa es el regalo que tiene poder sobre los hombres. Desde pequeños hemos recibido el cariño y el afecto de nuestros seres queridos (Familia, amigos, compañeros, etc.) y si a veces la inexpresividad de unos, no los hacía pronunciar palabra alguna, una sonrisa era la forma de demostrar ese sentimiento que nos une y conecta.
Hace tiempo vengo manteniendo mi armonía con el mundo, siento que sigo aprendiendo y creciendo, y muchas veces por querer conocerlo todo, he dejado de lado esos pequeños detalles, como el de las sonrisas, que guardan grandes mensajes y sabiduría.
Para seguir en esta armonía, y darme cuenta y no dejar pasar esos momentos tan agradables en la vida, Dios me ha regalado y puesto al lado mío, una persona que siempre tiene una sonrisa que regalar, una sonrisa que hace cambiar la saturación y cansancio de mi mente, por momentos íntegramente de felicidad.
Gracias a su compañía redescubro los misterios que mantienen a filósofos en cuarentena, a científicos y metafísicos en estado de coma por buscar algo sobrenatural y extraordinario que los lleve al conocimiento matemático de las cosas. Eso seguirá siendo su trabajo, porque no han sabido tomarse el tiempo para compartir con quienes los rodean y disfrutar esos momentos. La mente tiende a confundir y hacer caminar a la gente por caminos errados, por eso lo mejor es detenerse, y como siempre recomiendo, respirar. La paciencia hace que los latidos del corazón sigan un ritmo natural, como en el reggae, y esa melodía al final nos hará bailar y disfrutar. Por eso nunca pasemos por alto una sonrisa y tampoco dejemos de regalarla a los demás, porque podemos llenar de felicidad los momentos de desesperación de alguien.
Hoy abrí el cofre donde encontré tu sonrisa, y como si de un mundo paralelo llegase a mi, sonreí yo también. De algo tan sencillo y nada complejo, saqué una gran lección que comparto con ustedes, llenemos de sonrisas el mundo, busquemos el amor en lo cotidiano, y que la bendición de Jahovia los guíe en el camino de redención. Punto aparte.