Hablar de corrupción en el mundo es algo cotidiano, incluso hay quienes los justifican, en fin. Ayer estaba regresando a casa, cuando el carro en el que viajaba fue interceptado por un operativo. Tres policías y tres municipales (los que siempre los acompañan), el chofer al verse en falta, inmediatamente solicitó a su cobrador veinte soles, cifra que el suboficial pidió de manera caleta, simulando incluso multar, tomar fotos al carro, y reprenderle con voz fingida; iluso, yo me gané con todo el pase. Cuando el hecho concluyó, el semáforo estaba en rojo. Pensé alguna frase inteligente para dirigírsela al de verde, pero lo único que se me ocurrió fue decirle, en voz alta, “Ladrón, corrupto”, y el sinvergüenza me respondió “Ya te vi, te fregaste”, como si sus palabras o su uniforme me intimidaran, y sin dejar de mirarlo agregué: “Boombo Klaat, puerco”, de hecho no me entendió, pero su rostro se desfiguró y se puso como un toro. Obviamente mis palabras no cambiarán su accionar cotidiano, pero es lamentable todo lo que se ve casi siempre, el sistema está enlodado, todos (los que siguen a babylon) parecen disfrutar en esa suciedad, no conocen la honradez, A los policías corruptos: ¿Cuando lleguen a sus hogares? ¿Qué les dirán a sus hijos que están orgullosos de ustedes? Hay quienes no tienen sangre en la cara, con todo respeto, déjense de "palomilladas", puercos. Punto aparte. Foto: La República
domingo, 7 de marzo de 2010
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