martes, 12 de octubre de 2010

Y nada cambiará en mi interior



Cuando estamos en babylon, el camino se hace más pedestre y no podemos mantener la calma a pesar de la voluntad y ganas que le ponemos; es que la presión es asfixiante, porque uno no puede vivir tranquilo al saber que afuera hay desigualdad, tristeza, egoísmo, lástima. Toda esa mala vibra nos inquieta y nos agobia, sabemos que el ser humano está llegando al colapso, como si todo su esfuerzo estaría dirigido a destruirse a sí mismo.
¿Podría aislarme de todo ese karma y liberarme yo solo? Sería el camino más fácil, pero el fuego que hay en el corazón tiene que expandirse, ser como el cirio  que enciende a los demás con una pequeña reverencia. Esa es la verdadera naturaleza del ser humano, la que tiene que relucir cual diamante pulido que refleja en su esencia los siete colores de la luz de JAH.
La lucha es constante, día a día, para hacer prevalecer el bien y derrotar al mal; así de simple, así de complicado. Lamentablemente parece que cuando uno se hace más fuerte en sus creencias y convicciones, muchas personas se incomodan al ver tu semblante lleno de luz y transparencia y te quieren opacar y golpear, por ignorar sus iniquidades, por proteger al indefenso, por lo bueno que puedas aportar al mundo, buscan argumentos y justificaciones con tal de hacerte tropezar porque no les gusta tu rectitud que los hace sentir descubiertos, no les gusta la paz, detestan la tranquilidad y la justicia.
Y en esa constante, no puedes detener la confusión de las personas, que te dan con palo, por no aceptar sus condiciones, por erguirte en el nombre de Su Majestad Imperial Haile Selassie I JAH RASTAFARI. Eso les atormenta, no duermen tranquilos, al saber la verdad revelada que se mantiene indeleble, no se le ha quitado ni aumentado nada, como lo fue en el principio, como lo será siempre.
Y al saber que Rastafari es fuerte, me quisieron robar mi identidad, usaron mil estrategias para cortar mi cabello rebelde que crecía y se enredaba naturalmente, como melena de león. Y no se detuvieron hasta lograrlo, y los vi celebrando bajo un farol por la noche, borrachos por su cometido, como los filisteos cuando Dalila rasuró al Nazareo. Yo los vi y no llegué a entender hasta dónde llega su maldad y envidia.
Pero nunca me aparté del Negus, está conmigo en todo momento, protegiéndome y cuidándome, Él es el Fuego, Él es la verdad, creador de las matemáticas y todas las ciencias, el Principio sin fin. Vive en mi corazón y eso nunca cambiará a pesar de las mil maldades de los que se intimidan de Rastafari, de aquellos a los que el fuego quema y hiere. Y sigo creciendo, me hago más fuerte, como roca sólida, como el roble en tierra firme, porque conozco mi raíz, conozco la verdad y nada ni nadie podrá quitar eso así se reúnan para conspirar durante mil noches más.
Y la verdad nos hará libres, y la libertad nos dará vida. Punto aparte.